Temporada Virgo. Tierra sagrada.
Escuchamos el latido de un orden natural y perfecto. Vemos claro lo que cura y lo que duele. Buscamos sanar. Es tiempo de podar las imágenes cristalizadas de nosotras mismas. Somos responsables por lo que estamos creando.
Hemos nutrido el suelo. Ahora toca aportar nuestra sabiduría a la comunidad. Brindamos contención al océano que nos habita. Agradecemos como señal de maduración
La energía virginiana es delicada y precisa. Nos invita a avanzar despacio, pasito a pasito, a conectar con las rutinas y rituales cotidianos.
La relación con nuestro entorno cambia. La conciencia se mueve hacia una visión integral, la defensa egoísta se aplaca. Humanos y naturaleza en una mutua dependencia, en un espiral ascendente sin fin.
Damos nuestro brillo PARA el bien común. Somos SERVICIO. Hacemos lo que se necesita por amor.
El tiempo oprimido en la agenda se libera para dar paso a los procesos orgánicos. El cuerpo sabe que digerir es lento.
Se requiere una enorme humildad para seguir la identidad esencial. Desde el Ego queremos imponer nuestra voluntad; Virgo nos lleva a amar la trama, a que valoremos nuestro pequeño lugar en el Todo.
Hacer sagrada la vida cotidiana como acto de humildad
La palabra “humildad” deriva de “humus”, tierra, asociada a la fertilidad generada por descomposición de otros seres.
Paso a paso, sin prisa y sin pausa, Virgo avanza con un objetivo claro: absorber lo nutritivo y compostar el daño.
Nuestra mente mercurial se dedica a restablecer el orden y la armonía en el mundo concreto. Nos brindamos a nuestras tareas llenas de gratitud.
Virgo es la forma que contiene a Piscis, su signo complementario, igual que nuestro cuerpo contiene emociones y percepciones indescifrables.
Entonces, si Virgo es la salud física, Piscis la del alma. Virgo es método, Piscis es arte. Música y práctica. Inspiración y realidad.
¿Cuánto caos nos permitimos en el orden cotidiano? ¿Cuánta deriva, cuánta experiencia sin razón?
Nos acercamos a la temporada de eclipses, tiempo de recalibración energética. Virgo nos limpia y repara para discernir qué función nos toca cumplir en cada presente.
Los nuevos hábitos se adquieren con disciplina y repetición. Aceptamos prácticas que nos desgastan y las dejamos morir. Es más fácil de lo que parece: invertimos la misma energía en resistirnos que en abrazar lo que está.
No se trata de hacer menos, o más. Ni de controlar, encajar, etiquetar. No se trata de entender, explicar o clasificar.
Se trata de estar, donde hay que estar, cuando hay que estar, haciendo lo necesario.
La Tierra nos recuerda la necesidad de respetarnos, de respetar cada pulso. De guardar lo importante: la autonomía, la libertad de movernos para resolver nuestras necesidades, de unificar la fuerza en grupo.
No somos solas: somos una piel que se extiende por todos los continentes y se eriza ante las desigualdades. Somos la materia del cambio, el barro de la transformación.
Somos el alimento terrenal que cobija y da esperanza.
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