Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

En un tiempo donde la cantidad de información nos desborda, tomarnos un momento para meditar es sin duda un acto heroico pero necesario, especialmente con la entrada de Plutón en Acuario. La aceleración y la persecución de objetivos en el mundo nos aleja cada día un poco más de nuestro corazón.

En una era donde la tecnología es compañera cotidiana de nuestras vidas, nosotros estamos cada vez más cansados, ansiosos y preocupados.

Me pregunto hacia dónde va todo esto. Cuando analizo los movimientos planetarios de los próximos años, confirmo que estamos mutando de la tierra al aire como principio rector. 

Júpiter y Saturno, los grandes gaseosos, custodios del tiempo y de nuestro desarrollo en la Tierra, se encuentran en conjunción cada veinte años. Esas conjunciones han sido, durante los últimos doscientos años, en signos de tierra. Sin embargo, su último encuentro en diciembre de 2020 se dio en el grado 1 de Acuario, y desde entonces, por los próximos doscientos años, se encontrarán en signos de aire. 

La forma de percibir y decodificar el tiempo cambia cuando los cronocratores “mutan” hacia un nuevo elemento. Silvia Ceres describe brevemente en su libro “Astrosociología. Sincronía de los ciclos planetarios” las características del período que va de 1226 a 1405, cuando estas conjunciones se dieron por última vez en los signos de aire: 

“… la vida tiende a aligerarse… Las relaciones se tornan más libres entre las personas, quienes pueden desplazarse, relacionarse o reunirse en asociaciones con mayor autonomía que en los siglos anteriores. Se pasa de la acumulación de tierras -propio del feudalismo- a un comercio más dinámico que origina el nacimiento del capitalismo.”

El pasaje de la tierra al aire implica un despegue, una apertura y un corrimiento hacia relaciones horizontales, alejándonos de las estructuras jerárquicas. Sin embargo, en nuestro contexto actual, también puede significar una “desmaterialización”, la pérdida de peso y volumen en nuestro acuerdo social. Más liviano, pero menos comprometido. Más flexible, pero menos claro. 

La tierra refiere a los límites y formas que reconocemos claramente, podemos incluso “luchar” o “enojarnos” con ellas. Por el contrario, el aire es invisible, volátil, ocupa todos los espacios sin que lo notemos.

¿No es, acaso, lo que sucede con la tecnología? Arriesgo a decir que todas las personas de entre dieciocho y cincuenta años de las grandes ciudades dependemos del teléfono celular para las relaciones laborales, estudiantiles e incluso, familiares y amistosas. 

“What´s App” es una aplicación que de tanto usarla se ha vuelto invisible, igual que Google con todas sus funciones. Abrimos el “GoogleMaps” cada vez que vamos a algún lugar, le pedimos al “Traductor de Google” que nos dé significados y utilizamos “Gmail” como medio de comunicación de manera obvia.

Detrás de los programas y aplicaciones hay grandes empresas, monopolios de la comunicación, que las dirigen y deciden sus políticas. Creo que en el uso cotidiano ese dato lo olvidamos. Excepto por eventos extraordinarios, no nos damos real cuenta de que estamos utilizando plataformas de contenidos, aplicaciones y programas que tienen “dueños”, que toman decisiones y perciben ganancias con nuestro uso.

Para nada estoy rechazando las herramientas que están disponibles, sin ir más lejos este texto lo escribo en “Google Docs”. Lo que planteo es esta posible invisibilización de lo que hay “detrás” o “debajo” cuando habitamos el terreno del AIRE.

Corremos el riesgo, como dice Byungh-Chul Han en su libro “No-cosas”, de no “hacer pie” en la tierra. Nuestra existencia humana está conectada a la base, tiene un sostén, pertenece. Sin embargo, para el autor, con el avance tecnológico el humano se está transformando en  “un hombre sin pies (que) abandona flotando la tierra hacia la nube digital”. Corremos el riesgo de transformarnos en meros “digitadores” de la realidad, tipeando en un teclado, accediendo a facilidades con un “click”.

Volviendo a la Astrología, además de los encuentros entre Júpiter y Saturno en signos de aire, tendremos un gran cambio para los próximos años: la entrada de Plutón al signo de Acuario. 

Plutón transita el signo de Capricornio desde 2008 y el próximo 24 de marzo hará su primera inmersión en este signo, donde se quedará por veinte años a partir de 2025. Será un evento único en nuestras vidas ya que Plutón es el planeta más lejano y más lento del sistema solar.

Plutón fue descubierto en 1930 y es la primera vez que ingresará en Acuario siendo ya un planeta estudiado y conocido. Podemos dar cuenta de que sus cambios de signo traen transformaciones en las relaciones de poder y en el contrato social.

El último planeta del sistema solar, que demora 248 años en completar su ciclo, vuelve al mismo signo que durante la Revolución Francesa y el final del feudalismo. 

¿Estamos ante un real cambio de Era? ¿Será ésta la caída del sistema capitalista?

Es imposible imaginar un futuro tangible, más bien pareciera que se vuelve aéreo y virtual, sin materia ni solidez. 

De Plutón en Capricornio a Plutón en Acuario

El último gran evento celeste con Plutón incluido fue la triple conjunción que hizo, justamente, con Saturno y Júpiter en 2020. Desde entonces, pandemia de por medio, se volvió evidente la responsabilidad que tenemos cada uno sobre el tiempo que nos toca vivir. Habitamos un orden sistémico que nos trasciende y somos interdependientes, entre humanos y con la naturaleza.

Esa triple conjunción fue en Capricornio y nos empujó a trabajar el rol de autoridad, o sea, de ser autores y autoras de nuestras vidas, y a tomar decisiones “certeras” por las que podamos “responder”. Asumir con responsabilidad las consecuencias generadas por aquellas cosas que hacemos, u omitimos hacer.

Esa gran configuración en el cielo fue la preparación para pasar a un nuevo estado de cosas, regido por el aire acuariano, donde la libertad y el respeto por la diversidad debieran ser sus principios rectores.

Plutón en Acuario se presenta como el arquetipo de las nuevas formas, la oportunidad de desarmar lo que no nos da servicio y crear una forma de vida más respetuosa e integral. Urano, el planeta regente, estará en Tauro hasta 2026 pidiéndonos un replanteo sobre nuestro vínculo con el ecosistema. 

¿Cuál es nuestra función humana en la Tierra? ¿Qué hacemos por el bien común? ¿Qué servicio damos?

El capitalismo verde dice que el problema es la utilización de nuestros recursos, pero lo realmente grave es que pensemos como “recurso” a la naturaleza de la que somos parte y a los otros humanos. Que “consumamos” relaciones, paisajes y “fast-food”. 

Las aguas del planeta, los seres que la habitamos, cada pequeña partícula existente, es parte de la trama. Somos vínculos, no pedazos que se usan los unos a los otros.  

¿Qué es lo que estamos construyendo? ¿Responde al camino del corazón? 

Lo único certero en este tiempo de incertidumbre es que para cambiar la realidad habrá que perder partes. Para que nazca el nuevo tiempo, la cáscara deberá caer, renunciando a la ingenua perpetuación de lo conocido. 

“Hoy los lazos fuertes pierden cada vez más importancia. Son, sobre todo, improductivos (…) Sin embargo el corazón late ante otro. Sólo el tiempo del otro [compartido con el otro] crea lazos fuertes, la amistad y hasta la comunidad. Es el tiempo bueno.” (1)

Ojalá nos detengamos a habitar el tiempo como anhela Byung-Chul Han. La humanidad viene del humus. Leemos la tierra con nuestros pies mientras caminamos en red. Ojalá recuperemos lo esencial.

  1. Byung-Chul Han, “No cosas”, editorial Taurus.

Dejar un comentario

ocho + quince =

Redes
Contacto

Marindia, Canelones
Uruguay

+598 99 842 810
info@solaura.com.uy
Sol Aura

Sol Aura © 2025. Todos los derechos reservados.