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Lo sensible prescinde de validación externa

La entrada de Mercurio en Piscis viene cubierta de lágrimas. Las crueldades de este sistema sensibilizan y penetran las capas más duras, adormecidas por la distracción del entretenimiento. 

Nadie puede negar que nos están matando; lo hacen con fuego, con indiferencia, con intención. El mental lo capta y se desgarra nuestro pecho, aunque las palabras no vengan.

Ellas no vendrán. Palabras coherentes, textos solemnes y explicaciones racionales, no vendrán. Porque lo que tenemos para sentir es tan inmenso y tan inabarcable que no hay signo que resista la intensidad de nuestra sangre.

¿Cómo nos vinculamos con esta energía?

Cantar. Sahumar. Pintarnos la cara con carbón. Andar descalzx al Sol. Sentir la Tierra y recordar que puedes ser más sutil, que tu piel porosa se mimetiza con Todo y también lo transforma cuando ríes desde el Alma.

En este momento la línea de tiempo se altera. Soñamos despiertxs. Vuelven las imágenes de tantos pasados que ya confundo cual de esas mujeres fui.

Se acerca el final. El año astrológico termina y se lleva las expectativas y deseos incumplidos. Los egos se ven al espejo en sus logros y sus carencias. Parece que la eternidad nunca llega. El otoño próximo lo hace obvio.

No podemos atarnos a lo vivido. Duele recordarse a una misma en tiempos sin auto-amor ni autocuidado. Emergen del inconsciente esos tiempos donde no nos quisimos nada.

Salen a la luz, también, los detalles, esas personas que no supimos amar, por no saber amar nada. Sus sonrisas, algunas miradas, bromas que teníamos en “código”. Añoranza. “Saudade”.

Recordar no significa volver. Ni siquiera para llamar y agradecer lo que no supimos ver entonces. Sigue siendo nuestro ego que ahora quiere “disculparse” y ser “mejor”.

Vale quedarse ahí. En la contemplación presente donde todo pasa al mismo tiempo. Sin intervenir. Sintiéndolo todo.

Vale llorar hasta saciarse, hasta que se evaporen todas las gotas.

Mercurio en piscis no nos va a dejar olvidar. Nos prepara para el #equinoccio, el Gran Cruce, la Gran Muerte.

Lo sensible prescinde de validación externa. El Alma lo sabe y ahonda ahora más que nunca allí.

Arte de Fernando Lanfranco (@fernandolanfranco en Instagram)

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