La luna y lo ciclos naturales.
Todos los fluidos de la Tierra respetan y siguen los ciclos de la luna, desde los mares, la savia y nuestra sangre.
Arquetípicamente funciona como madre nutricia de todos los seres, pero también en el plano astronómico es la que otorga a nuestro planeta su estabilidad gravitatoria.
No en vano seguimos sus llenos y vacíos desde tiempos inmemoriables. Ella mantiene el eje de inclinación de la Tierra y es guardiana de las cuatro estaciones.
La manera más eficaz para seguir los #ciclos de la Tierra-Luna es a través de las plantas medicinales: ellas nos ponen en contacto con nuestra íntima naturaleza.
En luna nueva, las raíces
Podemos seguir los ciclos de la luna para recolectar las hierbas que vamos a consumir. Cada fase lunar se asocia con una parte de la planta.
En luna nueva, la savia viaja hacia adentro de la tierra, se guarda, se oculta, y fortalece la raíz. Por eso es en esta parte del ciclo en el que podemos recolectar raíces.
En líneas generales también es la mejor fase para hacer trasplantes, plantines y sembrar.
Detalles importantes sobre la recolección de hierbas
Cuando utilizamos hierbas medicinales es muy importante corroborar que la zona donde cosechamos esté libre de agrotóxicos, fertilizantes químicos, transgénicos y otros contaminantes ambientales.
Tampoco vamos a recolectar en bordes de caminos muy transitados ni grandes rutas, o cunetas y banquinas donde circulan aguas contaminadas.
Evitaremos las zonas de basurales y los lugares donde haya signos de presencia de animales domésticos.
La recolección de hierbas debe realizarse con sumo respeto y en armonía con el #ecosistema.
En los casos que necesitamos las #raíces, como con el #jenjibre o la #equinácea, estamos dando muerte a la planta. Entonces, si vamos a pedirle a la tierra una raíz, tendremos que devolverle dos, o más.
Lo mismo si necesitamos hojas o flores, vamos a recolectar con criterio de #sustentabilidad: dejaremos que las plantas dispersen sus semillas para asegurar su reproducción, haremos cortes “limpios” con tijera de podar y no arrancaremos la planta de raíz.
Aunque la naturaleza se sigue regenerando “a pesar de nuestras malas intervenciones”, muchas especies nativas sufren el impacto de la cosecha intensiva y desaparecen de nuestros territorios.
La Equinácea es una de las plantas medicinales más populares del mundo por sus propiedades antibacterianas, antifúngicas y antivirales. Especialmente la utilizamos para fortalecer el sistema inmune y durante estados alérgicos y virales como resfríos, gripe y sinusitis.
Cuando utilizamos hierbas medicinales es muy importante corroborar que está libre de agrotóxicos, fertilizantes químicos, transgénicos y otros contaminantes ambientales.

La Fase de Cuarto Creciente es siempre productiva: ya vemos forma en el cielo y eso nos incentiva a la acción.
La luna muestra su primera mitad y sabemos que la historia terminará en una luna muy llena y redonda colmándolo todo.
Las plantas medicinales que vamos a recolectar en esta fase son aquellas de las que necesitamos las hojas. También podemos juntar hojas en la fase de llena, pero ahora mismo es cuando la energía de la planta sube y más habita su tallo y hojitas.
El esplendor del verde, la diferencia de tonos, la apertura y fuerza de cada hoja, se aprecian para los ojos atentos.
La mayoría de las veces que usamos #yuyos recolectamos sus hojas y tallos. Para secarlos correctamente conviene hacer atados de pocas ramas a la sombra, donde les corra aire por los lados, o bien ponerlas dentro de una bolsa de papel madera con agujeros para que respiren. Siempre alejadas del sol porque las seca y muy separadas entre sí para que no agarren hongos.
Plantas de hoja que podemos juntar estos días son la #artemisa, el #ajenjo, la #yerbadelpollo, la #menta, el #cedrón, el #paico, y ya vamos guardandolas para hacer una limpieza con ellas al inicio del otoño.
La desparasitación es una práctica antiquísima de limpieza y regeneración corporal que hemos ido perdiendo en nuestras culturas citadinas, pero muy necesaria y efectiva para mantener la salud en equilibrio.
Las plantas contienen la sabiduría de nuestro planeta desde sus inicios. Han mutado y cambiado a lo largo de los siglos siguiendo el ritmo de las aguas, la luna y los vientos.
Los ciclos naturales y las preguntas necesarias
Me pregunto cómo es que estamos tan aisladxs que dudamos más de una hierba que del paracetamol… Como es que inventamos complejos vitamínicos en cápsulas en lugar de salir al sol y darnos baños en el río o en mar… Cómo es que llegamos tan lejos…

¿Cuántas noches conectás con la fuerza de la luna? ¿Cuánto lugar le das a sentir el poder de tu sangre circulando por el cuerpo, oxigenando todos tus rincones?
Nuestras aguas siguen a la luna igual que el mar. La sangre y todos nuestros fluidos son sabios acompañantes de los ciclos naturales. Por eso la mejor manera de “entrar” en el ritmo de la #naturaleza es comprender e integrar nuestro mundo emocional.
El agua en nuestra #cartanatal -como en la vida- es la encargada de las emociones. Lo que sentimos es lo que nos lleva a actuar. Amar enciende nuestras venas tanto como enojarnos y querer romper cadenas.
Sin duda que “sentir” es alimento. Nos llena de vitalidad.
La fase de #lunallena es de máximo poder. Todas las emociones estallan y los líquidos se expanden.
En luna llena estamos “a flor de piel”
El poder está en las #flores y los #frutos. Son el “resultado” de las #plantas, su mayor comunicación con aves e insectos, la tentación para el resto de las especies.
Gracias a las flores y frutos las plantas se reproducen. Sus “emociones” y deseos están expuestos como los nuestros.
Nosotrxs decimos “a flor de piel” y en esta fase lunar podemos comprender que es casi literal.
En luna llena entonces es propicio recolectar flores como #caléndula, #lavanda, #azahar y toda clase de frutos de estación.
Cuando recolectamos flores SIEMPRE dejamos que la planta se reproduzca y no nos llevamos todas las flores. Recolectamos con sentido global, tiene que quedar néctar para todos.
Los frutos nativos son siempre pequeños y guardan en su interior mucha fuerza y sabor. Por ejemplo, el #níspero, el #arazá y la pitanga acá en Uruguay.
En verano tendremos más variedad de frutos. Podemos deducir que si hay más es porque también las demás especies los necesitamos. Desgastamos energía con el calor y el sabor dulce nos aporta glucosa rápidamente.
Elegir frutos de estación -y no elegirlos cuando no son, como buscar tomates en invierno- es una de las decisiones a tomar si queremos acompasar nuestros ritmos a los del ecosistema.

El cierre del ciclo es la luna menguante. Se pierde la forma, la luna desaparece dejando tras de sí el rastro de lo que fue. Así nuestra conciencia se impregna del aprendizaje del ciclo. Solo cuando llega la despedida dimensionamos el recorrido.
La fuerza de las #plantas también retorna al interior, abandona los frutos y las flores y desciende por la corteza.
La corteza es esa cáscara protectora, la piel superficial que envuelve y cuida los troncos. Sin ella, la sensibilidad sería extrema.
En muchos #árboles, las cortezas se recambian. Caen y crecen nuevas. Son árboles que transmutan, como #Escorpio, como la serpiente.
En la fase menguante las recolectamos. Es el tiempo asociado al otoño, a saber soltar y poder perder. Las juntamos, y cuando están bien secas, hacemos una decocción, en vez de una infusión: para que las cortezas dejen su fuerza en el agua las tenemos que “cocinar”. Una decocción de 8 minutos suele alcanzar para tomar cortezas.
En esta fase también es propicia la #recolección de raíces, se combina con el periodo de luna nueva. Ideal para trasplantar y para hacer esquejes: la energía está yendo hacia “abajo”, va hacia la raíz, y si hacemos el trasplante en menguante, cuando lleguemos a la luna nueva todo el poder ya estará oculto, guardado, y permitiendo el desarrollo de la planta.
El chañar es uno de los árboles que pierde la corteza en otoño. Deja ver su tronco verde intenso, deleite para la vista. La corteza del chañar nos transporta al pleno presente, nos saca del diálogo interno de la mente imparable.
El chañar (Geoffroea decorticans) es un árbol que alcanza hasta 6mts de altura y no crece solo: si nos encontramos con uno en el monte, veremos que hace círculo que otros más de su especie. Hace ronda, grupo.
Con el chañar podremos transformar poco a poco el “yo” en “nosotrxs”. Sin competir, sin buscar sobresalir. En cooperación con la #naturaleza.
Beber chañar es despojarnos de la acumulación de ideas que no nos permite la fluidez. Y entonces, agradecer la vida y todos sus instantes.
“La gratitud es una práctica espiritual maravillosa (…) es dar las gracias por encontrarnos en el momento presente, por saber que ocupamos un lugar en el universo.” Jean Shinoda Bolen – “Las brujas no se quejan”.
Las #plantasmedicinales no sólo son parte de nuestro #patrimoniocultural y nos ayudan a resolver afecciones. Ellas nos permiten establecer relaciones más amorosas y empáticas con el resto de la naturaleza y de solidaridad entre las personas.
Los yuyos son -y serán- un camino de ida.
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