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Equinoccio. Sol en Aries. Revelación, primer aliento. 

En Aries renace la voluntad divina y la transformación total. 

Nos envuelve el poder de la Tierra, chispas brotan dentro y fuera de nosotros. Todo está encendido a nuestro alrededor. 

El equinoccio es un tiempo sagrado para restablecer el equilibrio. Vuelve a moverse la Gran Rueda con una inmensa fuerza, se rompe el hechizo, emergemos al Ser.

Salimos -o entramos- al Misterio. 

Despertamos a la energía original. 

Nos dejamos ir con el viento, sin buscar ni esperar nada. 

Daremos las gracias por encontrarnos en el momento presente, por saber que ocupamos un lugar en el universo.

En el Sur sentimos el final del verano, vemos caer los últimos frutos que transformarán la tierra, haciéndola más rica y nutricia, con ayuda de las lluvias y la humedad. 

El otoño llegará suavemente,  los árboles caducos desprenderán sus hojas y las cortezas caerán. 

Atravesaremos una muerte para todo lo viviente. Nos despojaremos de lo acumulado en el año, soltaremos experiencias, recuerdos, imágenes. Descenderemos a las profundidades.

Comenzamos un nuevo viaje. Tenemos la posibilidad de vivir en sintonía con la tierra y el cielo, de crear un mundo hermoso. 

El cielo devela el sentido del año:

El Sol aún en conjunción con Neptuno está avanzando con la guardia baja, confiando en el poder de lo sensible, dándole conciencia a la vulnerabilidad. 

Marte, regente de Aries, en Acuario, enarbolando la bandera del cambio. La red es revolucionaria, acuerpar la trama es libertad.

Saturno contiene a Venus en un abrazo pisciano dando marco a las emociones desbordantes. La seguridad está en nuestros huesos, en nuestras raíces. Encontramos calma y estabilidad en los vínculos de amor comunitario.

La Luna en Leo incentiva el brote auténtico. La importancia personal pierde fuerza ante el instinto, el corazón se alinea con los poderes orgánicos.

Júpiter está cada vez más cerca de Urano en Tauro expandiéndonos hacia la naturaleza, sirviendo de guía en el desafío de ciclar. 

Mercurio nombrando la herida quironiana, asumiendo nuestro fervor y queriendo liberar de las cadenas del trauma a todos nuestros fantasmas. 

Por fin, el Nodo Norte marca el camino de aprendizaje para todos: quemar y reciclar, arder y crear.

Asumamos nuestro poder de cambiar el mundo. Seamos coherentes entre lo que sentimos y hacemos. Tomemos las riendas de nuestro destino en común.

Nuestra identidad es colectiva. 

Nuestro fin es la unión.

Que sea un año próspero y justo.

Laura.-

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